En ocasiones se proponía ser fuerte, más que proponérselo, se convencía de que lo era, pero sólo conseguía creerse la mentira un par de días, tres a lo sumo. Siempre llegaba a ella una imagen de su tan-bien-organizada-vida que derrumbaba el castillo de naipes que había construido. No entendía por qué todo tenía que ser tan difícil, se suponía que los días llegaban a ella, transcurrían y no resultaban una auténtica lucha. Tal vez el problema radicara en que había dejado de creer en sí misma. Durante años había mantenido la pose que, estaba segura, todos deseaban contemplar de ella. Puede que a ella no le convenciera después de todo. Sus pensamientos permanecieron en silencio. Dejó la mente en blanco, procuró concentrarse en la canción de los Beatles que sonaba en su ordenador. A lo mejor encontraría la respuesta ahí… Sí, era una auténtica estupidez. Al menos era bonita. Le transmitía tranquilidad y sosiego. ¿Quién sabe? Tal vez lo mejor fuera dejar de pensar durante unos minutos. O simplemente dejar de pensar.

1 comentarios:

5181553 dijo...

Es lo malo de las máscaras, se acaban pegando a la piel más de lo debido.
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