Esperaba y esperaba sentado en el pasillo de la consulta. No oía nada más que su propia respiración y la irritante y continua aspiración del aire acondicionado. Tamborileó los dedos, pero esto le crispó aún más; agarró una de las numerosas revistas de la mesilla, la ojeó ávidamente y la devolvió a su lugar de procedencia, no le decía nada. Resopló malhumorado y justo cuando la idea de marcharse de allí comenzó a aflorar con fuerza, sintió voces y pasos acercándose a la puerta, adoptó su rígida postura inicial.
La puerta se abrió y en el umbral descubrió una figura conocida y una sombra que no quiso observar. Simplemente agachó la cabeza. Sintió unos pasos secos que continuaron hasta la entrada y desaparecieron. Cuando la sombra hubo desaparecido, la figura le hizo un gesto para que le siguiera.
Dejó atrás la sala de espera y se adentró en un espacio que le resultaba más familiar. Un pequeño despacho, iluminado con un pequeño flexo en el escritorio. Un mueble repleto de libros en idiomas que no entendía. Y un rostro paciente y con ojos enormes. Se acomodó en su asiento, al otro lado del escritorio y permaneció en silencio. De nuevo en espera. Sabía que no le correspondía a él empezar, que debía seguir el protocolo, de modo que se contuvo unos segundos… hasta que ella pronunciara una palabra o formulara una pregunta. Pero no pudo esperar más.
- He vuelto a tener ese sueño.
- ¿El sueño?
- Sí, el de siempre.
- ¿Alguna variación esta vez?
- Bueno…- intentó hacer memoria.- Yo camino y camino por una especie de túnel, pero no es el de la muerte, no se parece en nada.
- ¿Acaso sabes cómo es el supuesto túnel de la muerte?
- No, pero no es como el de mi sueño. La cuestión es que al final del túnel llego a una sala de espera en la que hay dos puertas. Y todo es blanco. Un blanco industrial cegador. Las puertas son exactamente iguales. La única diferencia en ellas es que de cada una pende un cartel enorme que dice "Piso Cielo" y "Piso Infierno". Sé que me corresponde decidir, pasar por alguna de ellas, pero no soy capaz de elegir. Las miro y vuelvo a mirar, y me parecen iguales.
- ¿Los carteles no te dicen nada?
- En un principio no, el tipo de letra es el mismo.
- ¿Y luego?