El ruido era ensordecedor. Colocó las palmas de sus manos sobre los oídos y contuvo un grito de rabia. No lo soportaba más. Estaba harta de las voces, le estaban volviendo loca. Sólo deseaba que dejaran de existir. Pero estaban por todas partes. Se apoyó en el muro y dejó caer su cuerpo sin retirar las manos de los oídos. No podía más…

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