Ya era hora. Ya empezaba a ser el momento de que aceptara la realidad y dejara de soñar despierta, que dejara de vivir en aquel mundo que ella se había creado para evitar pensar. Él no la quería. Al menos como ella necesitaba que la quisiera. Así que hizo de tripas corazón y agarró la pequeña estaca que se le había clavado en el corazón con las dos manos, muy fuertemente, y la sacó. Comenzó a perder un poco de sangre, pequeñas gotas, pero sabía que era cuestión de tiempo que dejara de sangrar.

0 comentarios: