El miedo se había convertido en un sentimiento habitual. El temor a la oscuridad, a lo desconocido, al dolor... Ese todo parecía una masa que la iba consumiendo poco a poco. Tanto, que al mirarse al espejo no se reconocía. Sombras y recovecos. Sentía que no podía respirar. Iba perdiendo el aliento...
Hasta que una mirada la salvó. Una mirada luminosa que salió de entre los rincones oscuros. Ojos que le recordaban al mar. El mar le hacía sentir a salvo, era su niñez, sus momentos felices, tal vez su futuro. Tal vez no estaba perdido del todo. Puede que existiese una alternativa a todos esos mantos de tristeza.
Se levantó y dejó las capas en el suelo. Se sintió desnuda, pero libre. Miró al sol y lo sintió en su piel. Estaba lista. El camino se abría paso ante ella.
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Hace 1 día
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