Los Iremonger se mudan a Foulsham
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Saliva, gargajo, escupitajo/ ¿Adónde lleva este atajo?/ A Forlichingham, al
cúmulo/ Atada estoy a esta situación/ Cruje, cruje el esternón/ Pero en
caso ...
Hace 20 horas
4 comentarios:
Debe ser angustioso quedarse sin palabras y no saber el motivo que produce esa situación, y mas una persona que habla hasta por los codos. Yo tuve un vecino que tenia una enfermedad degenerativa de los músculos, el hombre toda la vida había sido muy activo, para que os hagáis una idea al principio de notarse agotado y que perdía fuerza, se monto una especie de gimnasio en casa, con madera, botellas de agua, arena, cuerdas… le gustaba hacer todo tipo de chapucillas, en su finca el era el que arreglaba todo e incluso a los vecinos. Poco a poco pues la enfermedad le iba ganando, yo todas las noches subía a acostarlo, porque la mujer no podía con el y los hijos no estaban cerca, y sin darnos cuenta porque casi siempre estaba de bromas, se fue apagando, era angustioso para él ver lo que había sido y lo que era, y doloroso para los de su alrededor el ver que cada día iba a menos, e incluso el escuchar de sus propios labios que le pedía a Dios que se lo llevase y no dar mas guerra a su mujer.
Esta claro que no es lo mismo, porque aquí hay una enfermedad por medio, pero si que es difícil cuando una persona es de una forma o esta acostumbrado a vivir de una forma, cambiar drásticamente por el motivo que sea y más sin saberlo. Quizás en esos casos debemos fijarnos en las personas que nos apoyan y buscar una solución, para intentar ser los mismos.
El problema del protagonista de esta entrada es que sabía perfectamente qué le había hecho callar.
A veces es muy duro no saber qué decir, y más si no te sientes precisamente feliz...
tiene buena pinta tu blog, le echare un vistazo de vez en cuando
gracias por comentar!mua!
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