Contuvo la respiración durante un segundo y contempló la visión. Era la ciudad. Con sus edificios magestuosos, el tráfico, la gente. Observó detenidamente. En realidad no tenía nada que ver con todo aquello, pero al mismo tiempo, aquello lo era todo. Aquel lugar frío y desconocido se había convertido en su hogar. Se sentía arropada entre las multitudes, sentía que nada importaba, podía ser ella misma. Su vida no sería igual desde aquel preciso instante, siempre sentiría que un pedazo de ella permanecería allí, inmóvil, perenne.

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