Remedio para la soledad XII

Laura se despertó de un sobresalto. Por un momento no reconoció donde se encontraba, miró a su alrededor de manera instintiva. No era más que su salón. Era la tercera noche que dormía en el sofá. Suspiró aliviada. Se tocó la espalda intentando menguar el dolor que le brotaba de la misma, el mueble no era especialmente cómodo. Buscó su reflejo en el cristal de la mesilla. Tenía la mirada apagada y aspecto demacrado en general. Se tocó el pelo, intentando arreglárselo, intentando componerse. Se sonrió a sí misma. Por un instante no pasó nada, sin embargo, ese segundo después, la imagen perdió todo sentido. Se volvió ridícula. La situación comenzaba a volverse absurda. En ese preciso instante había llegado al límite, lo veía con claridad. Decidió acabar con todo aquello, con su autocompasión. No se soportaba más a sí misma.

Se puso en pie, corrió a la habitación, agarró las sábanas y las metió en la lavadora. Quería eliminar todo resto del pasado en ellas, incluso los recuerdos, aunque éstos resultaran más difíciles de borrar. Acto seguido, se metió bajó la ducha, levantó bien la cabeza, suspiró y dejó que el agua caliente borrase cualquier rasguño. Poco a poco sintió cómo el agua iba expulsando los malos pensamientos y temores.

Cogió el primer conjunto que encontró en el armario, esta vez no tenía que estudiar qué ponerse. Simplemente se sentía bien consigo misma. Y se dirigió a la oficina.

2 comentarios:

Yols dijo...

Toma!! Por fin Laura se ha decidido a dar un paso al frente en su vida... Ya tenía ganas que volviera a vivir!

Justo dijo...

Cuado caes y crees que nada tiene sentido, es necesario levantarse, como a hecho Laura.