Edificios

Mientras caminaba entre los edificios de la Castellana se sintió pequeña, muy pequeña. Sus pasos, de pronto, se transformaron en los de una hormiga, y sus pensamientos parecieron desaparecer, vaciarse. Observó a los que caminaban en la dirección contraria, los que esperaban en las entradas, los que veían el fútbol en los bares. Mirar no implicaba abstraerse, sólo mirar. Agarró bien su bolso y deseó lanzar por los aires todos los objetos inútiles que en él guardaban y que parecían pesar una vida. Se imaginó girando sobre sí misma y lanzando el asa por los aires. Cualquier imagen resultaba más divertida que la realidad. Aminoró el paso, se estaba acercando demasiado a su destino. Aún no deseaba llegar a casa. Se sentó en un banco, bajo un árbol y bajo el tono pardo del cielo. Tal vez no regresara. Se quedaría allí. Qué tontería, ¿verdad?

2 comentarios:

Nélida Devesa dijo...

Ya sé que estáis esperando la próxima entrada de Remedio para la Soledad, pero la vida de estudiante es dura en junio,prometo continuar la historia pronto.

Yols dijo...

No hay problema! A mi estos microcuentos me encantan y aunque no te lo creas me hacen pensar... jejej