A mi alrededor hay muchas rostros. Felices, sonrientes, que ofrecen y obsequian. Tienden sus brazos hacia mí pero me dan miedo. Tengo la sensación de que quieren apropiarse de algo más profundo que mí mismo. Me mantengo distante e intento imitar su sonrisa, más semejante a una mueca que a un gesto natural, para pasar desapercibido. Pero mi mandíbula se cansa y soy descubierto pronto. Este juego es peligroso. Si no consigo jugar bien mis cartas es posible que todo se vuelva oscuro y ellos se hagan con eso que tanto anhelan. No sé qué quieren exactamente, sin embargo, tampoco deseo descubrirlo.
‘Adulta funcional’, poesía de fuego y revolucionaria
-
Adulta funcional es el poemario de una poeta-ama de casa que tiende
lavadoras, que se asegura de que su hija tenga un plato en la mesa y que
piensa en fa...
Hace 4 días
0 comentarios:
Publicar un comentario