Había sobrevivido. Estaba sola en aquella isla. El azul del cielo y la calma del océano jamás resultaron más sofocantes que en aquel instante. Se agarró los labios, intentando contener un alarido y lloró. Lloró desconsoladamente. Estaba sola. No había nadie que pudiera socorrerla. Buscó dentro de su vestido y encontró la única fotografía que conservaba de ellos. La miró y la acarició. Y se apaciguó, pero sabía que aquella serenidad se desvanecería tan pronto como mirara a su alrededor.
‘Sangre roja, seda rosa’: sabotajes entre bambalinas
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VR Europa publica la última novela juvenil de Andrea Tomé: Sangre roja,
seda rosa. «La Historia la escriben los vencedores» pues conocen el poder
de la p...
Hace 4 días
1 comentarios:
Esto es de lo mejor que has escrito, y por cierto... muy en mi estilo, ¿sabes?
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