Los días habían transcurrido. Lentos, rápidos, con pausas. De manera irregular. Procuraba mantenerse ocupada en el trabajo, paseando, viendo a los amigos cuyas visitas había pospuesto por pereza o por falta de tiempo. Cuando se veían, realmente no los escuchaba, se limitaba a sentarse frente a ellos a asentir, no podía concentrarse más allá. Nunca se imaginó que algo tan externo a ella se pudiera convertir en un elemento intrínseco hasta el punto de dejar de sentir hambre, sed o perder la percepción de la realidad. Se odiaba a sí misma por haberse vuelto tan dependiente, por haber parado su vida así. Ella, que siempre había presumido de ser una mujer autónoma, libre, fría, se había convertido en un ser débil, triste y sin ambición. No podía mirarse al espejo, al menos, no podía mantener la mirada demasiado tiempo pues tan pronto como su figura se volvía familiar, perdía todo sentido.
Eran más de las doce. La televisión no podía ofrecerle ya más entretenimiento, así que decidió irse a dormir. Apagó el aparato con lentitud y suspiró. Como si no tuviera más remedio, se levantó del sofá y acudió al baño. Procuró alargar las actividades de aseo personal todo lo que pudo, el dormitorio de noche se había convertido en un terreno minado. Al fin, cuando ya no existieron más excusas, se dirigió a su habitación y permaneció en el umbral. Cómo era posible que un espacio tan pequeño se hubiese convertido en un lugar tan inmenso en cuestión de una semana. La cama, de pronto, parecía infinita.
Con sigilo, apagó el interruptor y se tumbó en la cama. Las luces de las farolas y los edificios se colaban por la ventana así como el ruido de los coches contra el asfalto. El sonido del reloj despertador martilleaba el silencio. Definitivamente, las noches eran lo peor. Los días podían llenarse con momentos frívolos, pero las noches no, estaban llenas de recuerdos dispuestos a asaltarla. Sintió un muelle clavándosele en el costado. Agarró con fuerza la almohada y se giró. Aquella posición no servía. Ni ésa ni ninguna. No era cuestión de posiciones ni de muelles. Era ella y la certeza de que la cama se había vuelto demasiado grande para una sola persona. Él estaba por todas partes, podía olerlo en las sábanas y verlo en la oscuridad.
No estaba dispuesta a pasar otra noche en vela. Cogió la almohada y se marchó al salón. Colocó la almohada y su cuerpo como pudo en el sofá y espero poder dormir algo. Allí, al menos, estaba a salvo.
Los Iremonger se mudan a Foulsham
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Saliva, gargajo, escupitajo/ ¿Adónde lleva este atajo?/ A Forlichingham, al
cúmulo/ Atada estoy a esta situación/ Cruje, cruje el esternón/ Pero en
caso ...
Hace 1 día
4 comentarios:
Hay muchas formas de escribir según el día, el momento y el latir. Unos aporrean las letras deseando aplastar como hormigas cuando se es pequeño cada uno de los dibujos de la letra equivalente. Otros intentan sacar un ritmo a sus letras compitiendo en velocidad con sus propias manos. Y otros acarician las letras como si el teclado se convirtiese en un piano en el que intentaran recordar como lizt tocaba su sueño de amor...Sin embargo, la mejor forma y más difícil de hacerlo es escuchando al oído como cada uno de sus personajes te susurra su historia...Hoy me da mí que dormiste con alguno de esos personajes, o quizás recuerdos. En otras palabras, que ma molao jaja.. Me gusta tu estilo señorita Devesa jaja
Es tan dificil poder dormir cuando la cabeza nos da vueltas!!! Los tres personajes estan sufriendo de diferente forma, pero todos por amor, la palabra mas compleja de asimilar, conocer y con la que actuar.
Es una reflexión tan íntima, que cualquiera se puede sentir reflejado y eso supone un esfuezo grande de psicoanálisis y reflexión personal. Lo que más me gusta de estos relatitos es que sacas a la luz ese lado íntimo que todos tenemos y nos muestra tanto mostrarlo. Me tienes enganchada, ya no puedo esperar ni a las guardias, je, je, je.
Hola peque!!por fin me animo a dejar un comentario. Ya me he puesto al día con tus relatos y estoy encantada. La verdad es que describes los sentimientos de una manera tan precisa que haces que muchos nos identifiquemos con tus historias. Y es que al fin y al cabo los sentimientos son universales...pero no todo el mundo sabe expresarlos como tú lo haces. Un besote!!Seguiré enganchada a tu blog (BELLE)
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