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El día comienza a clarear y se atisban los primeros fragmentos de sol. La cortina está echada y sólo los intuye. En el interior del hogar, existe un universo mayor que el que pueda encontrar fuera. Sillas descolocadas, mesas inundadas de copas y restos en general de lo que fue una pequeña reunión de amigos. Se encuentra en el sofá, lleva un par de horas en su postura cadavérica. Mira, pero no observa a su alrededor. Parece que cada pequeño objeto la apunta directamente. No puede moverse. Vuelve en sí un instante. No le apetece recoger, aunque sabe que tendrá que hacerlo antes o después. Simplemente respira profundamente tratando de volver a sentirse a sí misma en el lugar en el que se tumbó hace un rato. Objetos, restos, suciedad. Eso es todo lo que le queda. Los días que siguen a las fiestas siempre son así. Deprimentes para los anfitriones. Si al menos él hubiera aparecido... Y ahora es domingo y no tiene nadie con quien compartirlo. Consigo misma, piensa con un sonrisa sarcástica en su boca. Siempre es así.
2 comentarios:
A veces no aparecen porque tienen miedo. O simplemente son un desastre. De todos modos, lee mi entrada de hoy en FB (es de un libro que me estoy leyendo de una italiana).
"- Ahora te daré una de mis famosas lecciones sobre los hombres. Tienes que saber que el príncipe azul no llega sobre un caballo blanco desenvainando una espada, sino que llega andando, lleno de polvo, oliendo a sudor, y a menudo se ha perdido un par de veces antes de llegar. Pero tarde o temprano llega. Tú sin embargo, tienes que permanecer muy atenta, porque no lleva escrito en la cara: "Soy tu hombre".
A mí me ha hecho mucha gracia, sólo espero que sea verdad. En cuanto a lo del desastre y la suciedad, así son las cosas, pero bueno, normalmente la suciedad significa que horas antes te lo estabas pasando muy bien. Mua! Me ha gustado mucho tu entrada de hoy pequeña!
Ay! Los domingos astrománticos, como diría Santi Balmes
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