Se miró al espejo y no se reconoció a sí misma. Al otro lado del reflejo encontró una masa deforme, sin color ni brillo. Volvió a mirar, esta vez atentamente, y percibió el miedo, la tristeza y la falta de ganas de simplemente vivir. Ya no entendía nada. Sólo sabía que aquella mujer que veía no era ella. Ella jamás había sido así. Se había transformado en un ser repulsivo. De pronto se le vinieron a la mente recuerdos que había tratado de ocultar demasiado tiempo. Los recuerdos comenzaron a aniquilarla poco a poco. Eran esas imágenes las que habían ido invadiendo sus sentimientos hasta convertirla en un ser gris. Dudó si luchar contra esos manchas asesinas. No tenía ningún sentido luchar contra eso. La batalla ya había sido ganada.

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