Pienso en ti mucho últimamente. Me tumbo sobre el tálamo, mi mejilla acaricia las sábanas y repaso lentamente el modo en que tus dedos tocaban mi cara. Respiro hondamente y me pregunto si tú también piensas en mí y si es así, qué es exactamente lo que se te pasa por la cabeza. Creo que nunca he llegado a entenderte del todo. Ahora me doy cuenta de ello. Eras un fragmento de una imagen creada en mi mente, brochazos de una sensibilidad inexistente, retazos de unos recuerdos que tallé para ti. En realidad no eras más que un espectro que se paseaba ante mis narices, sobrevolaba mis meditaciones, mis corrientes y llevaba la sábana adecuada para cada ocasión. ¿La sábana o la armadura?

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