Todo de lo que dispongo es una burbuja. La mantengo entre mis dedos, con la palma de la mano bien abierta, con temor a romperla. Es frágil y transparente. Pequeña y grande a la vez. Su brillo fulgura en mis ojos y me gustaría como ser como ella. Todo sería más fácil. No habría nada que hacer, todo estaría decidido. Tengo la tentación de cerrar mis dedos y descubrir cuánto cede mi esfera. En el fondo, deseo con todas mis fuerzas que la burbuja sea fuerte, demuestre que no es una simple pompa de jabón, que no sólo es bonita y resplandeciente.

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