Habían abandonado sus esperanzas y sus sueños, ya no les quedaba nada, salvo ellos mismos. Habían permanecido en la oscuridad de la habitación durante horas ya. No sabían qué decirse, no tenían qué decirse. Lo único que quedaba por expresar era adiós, pero resultaba duro. Más difícil de lo que habían imaginado. Tan sólo tendrían que apagar la única bombilla restante y lanzar las llaves al suelo, pero los gestos pueden llegar a convertirse en rituales imposibles de interpretar. De pronto nada tenía sentido, ni el escenario, ni su historia común, ni el futuro. Aquel apartamento se había transformado en una nebulosa independiente, suspendida en la nada. En su interior, la vida había dejado de fluir. Sabían que tan pronto como atravesaran la puerta, el relato pondría su punto final. Tal vez no estaban preparados después de todo. Sabían que necesitaban separarse el uno del otro, la locura y el sinsentido se habían apropiado de sus momentos, aquéllos que antaño fueran dichosos o simplemente satisfactorios. Lo complicado no era comenzar una nueva vida sin el otro, más bien, asimilarlo. Asumirlo era el abismo.

3 comentarios:

07247033 dijo...

es lo malo de tomar decisiones, no basta con elegirlas, lo complicado es asumir lo que suponen.

Anónimo dijo...

A mi me parece que lo difícil es tomar decisiones, no siempre asumir las consecuencias que ya son inevitables.
Ah!!Y me encanta el rediseño de blog!

Nélida Devesa dijo...

Yo creo que el problema de las decisiones y de asumir los cambios viene de un sitio más profundo, el valor que tengamos para enfrentarnos a ellos. Gracias, Yols, ya le hacía falta un cambio de cara al blog.